
En el juicio penal, cuando finaliza la celebración de la prueba en el acto del juicio oral, primero la acusación y luego el abogado defensor tienen un turno de palabra sin intervenciones, salvo en circunstancias muy concretas. Por último, se escuchará al acusado cuando el juez le pregunte si tiene algo que añadir. Entonces el acusado puede hacer valer su derecho a la última palabra, tras lo cual el juez finaliza el juicio, quedando el asunto visto para sentencia. ¿Pero para qué sirve este derecho en la práctica penal?
¿En qué consiste el derecho a la última palabra?
El derecho a la última palabra se recoge en el artículo 739 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, indicando que al terminar la acusación y la defensa, el presidente del tribunal preguntará a los procesados si tienen algo que manifestar. Si el acusado contesta afirmativamente le será concedida la palabra.
Los jueces han de procurar que cuando el acusado haga uso de este derecho, este no ofenda la moral ni falte al respeto debido al tribunal y a todas las personas. Además, también tienen que intentar que el procesado se ciña a lo que sea pertinente, debiendo retirarles la palabra en caso de que lo consideren necesario.
El derecho a la última palabra se configura como una garantía del derecho de defensa y autodefensa, así como una manifestación del principio de contradicción. En el proceso penal el acusado tiene derecho a estar presente en la vista oral para hacer ejercicio de estos derechos.
Este derecho se establece debido a que, desde el momento en el que el acusado presta declaración ante el juez durante el juicio oral hasta la finalización del mismo han declarado la supuesta víctima, los testigos de cargo y los peritos, por lo que el ordenamiento jurídico español entiende que es importante que el acusado pueda volver a hablar. Aquí el procesado tiene la oportunidad de contradecir cualquier declaración, añadiendo lo que considere oportuno para su defensa, e incluso mentir, ya que la Constitución Española lo permite. Este trámite no puede omitirse por parte de los jueces ya que, de lo contrario, el juicio será nulo.
¿Es mejor callar o hacer uso del derecho?
El derecho a la última palabra da la posibilidad al acusado de expresar directamente y sin mediación las alegaciones que considere oportunas para ejercer de la manera más eficaz su defensa. Aquí puede matizar, rectificar, contradecir o completar los hechos y argumentaciones que se han expuesto durante el juicio. Al mismo tiempo, da al tribunal más elementos para reflexionar.
Teniendo esto en cuenta, un abogado especialista en derecho penal debe de aprovechar este instrumento en el momento del final del juicio. Para ello, deberá hablar con su cliente antes del juicio para que este conozca el derecho y lo utilice de la manera más efectiva. El abogado defensor debe ayudar al acusado a enfocar correctamente sus aclaraciones y manifestaciones, en caso de que considere recomendable emitirlas.
No obstante, en algunos casos el abogado podrá aconsejar a su cliente no añadir nada, de forma que evite manifestar algo que le pudiera perjudicar, como en el caso del crimen del rol de 1994, como veremos más adelante. Por eso hay expertos que recomiendan renunciar al derecho a la última palabra, ya que consideran que es una trampa del legislador para que el acusado reconozca hechos que no habían quedado acreditados durante la práctica de la prueba.
Consejos para aprovechar al máximo el derecho a la última palabra
Como decíamos anteriormente, es muy importante que el acusado prepare en detalle con el abogado defensor la última oportunidad de ser escuchado por el juez que dictará la sentencia. En la práctica, la mayoría de los procesados se limitan a declarar que son inocentes, lo que no aporta nada al procedimiento. También hay algunos que utilizan el derecho a la última palabra para pedir perdón. En su lugar el acusado puede aprovechar este último turno de palabra para añadir o cambiar algo acerca de las declaraciones emitidas, o simplemente renunciar al mismo para no empeorar más su caso.
Casos reales en los que ha sido determinante el derecho a la última palabra
Uno de los casos más conocidos en los que fue determinante el derecho a la última palabra fue, como decíamos, el caso del crimen del rol. D. Javier Rosado y D. Félix Martínez Reséndiz estaban acusados de haber cometido un asesinato que se relacionó injustificadamente con los juegos de rol.
Rosado se acogió a su derecho a no declarar en el juicio, negando su participación criminal en la fase de instrucción. Al final decidió hacer uso de su derecho a la última palabra, comiendo un grave error. Sin signos de arrepentimiento alguno, afirmó cuestiones relativas a las armas utilizadas en el crimen. Los forenses sostenían que una persona llevaba un cuchillo grande, con el que se habían cometido el 90% de las 17 puñaladas mortales, mientras que el que portaba el arma más corta era responsable del 10%.
Rosado declaró que él llevaba el cuchillo pequeño y, por tanto, era el que menos ansias de matar tenía. De esta forma, desmontó toda la defensa de su abogado en cuestión de segundos y en la sentencia se hizo constar su confesión de la coautoría del crimen. Rosado fue acusado a más de 42 años de prisión por asesinato con alevosía, conspiración para asesinato y robo con intimidación.