
En el ordenamiento jurídico español existen un sinfín de figuras legales que permiten que se utilicen triquiñuelas y ciertas estrategias para beneficiarse de las leyes. Una de ellas es el testaferro. Sin embargo, existen algunos casos en los que esta figura será totalmente legal y ajustada a las leyes. Veamos qué es un testaferro y cómo funciona este sujeto conforme a Derecho.
¿Qué es un testaferro y cuáles son sus funciones?
El testaferro, en ocasiones llamado el «hombre de paja», es aquel sujeto jurídico que presta su nombre o identidad como persona física en un contrato, negocio o pretensión cuya titularidad corresponde a otra persona. En otras palabras, podríamos decir que un testaferro en el ámbito jurídico es una persona física que normalmente actúa encubriendo la identidad de otra persona. Esto es, el testaferro es un mandatario que interviene en nombre propio y asume todas las cargas y responsabilidades del contrato o negocio, pero más tarde transmitirá los bienes o beneficios a la persona a la que representa. Para las leyes españolas, un testaferro es un mandatario sin necesaria representación.
En los últimos tiempos la figura del testaferro ha cobrado importancia en la política, en la economía y en el ámbito mercantil. De esta forma, algunas personas se aprovechan de este concepto para evadir la ley y sus repercusiones, así como evitar ciertas obligaciones legales y cometer negocios ilegales. Esto compone un peligro y un grave delito que se persigue por los jueces y tribunales. Por ejemplo, los políticos suelen contar con la ayuda de uno o más testaferros que utilizan sus nombres para realizar operaciones en el tráfico comercial o financiero, de forma que no consta en ninguna parte la identidad del político en cuestión.
A pesar de que la figura del testaferro suele utilizarse para cometer un ilícito penal o evadir la ley, no encontramos una regulación específica en el ordenamiento jurídico español. No obstante, sí que podemos encontrar ciertas referencias en el artículo 305 del Código Penal y en los artículos 41 a 43 de la Ley General Tributaria, que regulan los responsables tributarios.
Requisitos para ser un testaferro
Para ser un testaferro solo se requiere que el sujeto sea una persona física con plena capacidad de obrar y de operar en el tráfico jurídico. En la mayoría de los casos, el testaferro suele ser un familiar, un amigo o un allegado, ya que el interesado requiere que se trate de una persona de confianza. Sin embargo, también existen testaferros «profesionales» que se dedican a prestar su nombre para la realización de contratos con el fin de ocultar la verdadera identidad del mandante.
Consecuencias de ser un testaferro
El testaferro actúa por orden de un mandante que le contrata. Si actúa en condiciones de legalidad, el primero obtendrá los beneficios, el precio o la promesa que le haya prometido el mandante. Pero si el negocio o contrato se realiza ilícitamente el testaferro será responsable penalmente de la conducta realizada. No es necesario que conozca que las operaciones realizadas sean ilegales, por lo que la ignorancia no suele aceptarse como eximente en estos casos. No obstante, las leyes marcan una distinción entre los testaferros «profesionales» y aquellos que desconocen por completo la situación en la que se están metiendo y actúan por una situación de extrema necesidad, como los ancianos, los adictos a las drogas o incluso los mendigos. Dependiendo del caso, la responsabilidad penal podría desplazarse al mandante original.
¿Es legal ser un testaferro?
El Código Penal deja claro que si el testaferro actúa realizando acciones ilegales estará cometiendo un delito. Sin embargo, esta figura es, en principio, legal según el ordenamiento jurídico español. Cuando la transmisión de bienes o negocios al mandante se realiza a través de las vías legales se está actuando conforme a Derecho. Para ello han de utilizarse escrituras públicas o contratos de compraventa, por ejemplo.
Para que el testaferro sea una figura legal lo normal es que se trate de un mandatario con representación. De esta forma, el mandarte otorga ciertos poderes al mandatario para que opere en su nombre, evitando cualquier tipo de simulación ilegal. En muchas ocasiones es posible actuar dentro de la legalidad consiguiendo mejores precios o condiciones en un negocio o contrato cuando el mandante no interviene directamente. Estas ventajas quedan dentro de la ley, lo que no ocurre con la obtención de beneficios fiscales o económicos ilegales.
No obstante, cuando se trata de un negocio ilegal estamos colocando al testaferro en una posición ilícita, por lo que tanto el mandante como el mandatario han de someterse a las consecuencias legales oportunas. El caso más típico es el de la evasión de impuestos. Por último, es importante señalar que el Código Penal entiende que cualquier simulación que se realice con testaferros será ilegal. El supuesto será aún más grave cuando se provoquen daños a terceros o se persiga un fin ilegal. La consecuencia directa de la intermediación de un testaferro en un negocio ilegal es la declaración de nulidad del contrato jurídico y la restitución de bienes o, en su caso, la indemnización de daños y perjuicios.